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El asaí y el mal de Chagas

El asaí y el mal de Chagas

Autor: Vincent A. Vos (*)
Fecha: 03/04/2018

Los primeros meses de este 2018 han surgido varias noticias acerca del riesgo de contaminación oral con el mal de Chagas a través del consumo de asaí. En esta nota brindamos información técnica-científica sobre este tema. Nuestras consultas a expertos/as, además de la revisión y análisis de literatura muestran que el riesgo de transmisión oral del mal de Chagas a través del consumo de asaí y otros frutos amazónicos en realidad es muy pequeño, en especial cuando una persona consume asaí pasteurizado o pulpas comercializadas de manera formal bajo las normativas del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG). Además, existen mejoras sencillas en el proceso de transformación que permiten reducir aún más este riesgo.

Estas noticias empezaron a generar una preocupación en la población consumidora por el posible riesgo para la salud por el supuesto contagio; y en la población productora la preocupación se centró en la disminución del potencial comercial del asaí como un producto emergente en la Amazonía boliviana.

Como Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) venimos fomentando una Propuesta Económica Productiva (PEP) para diferentes regiones del país.  La PEP para la Amazonía boliviana está basada en la gestión integral de bosques que implica la producción y la recolección sostenible de frutos amazónicos incluyendo el asaí, en este marco CIPCA Norte Amazónico apoya a diversas asociaciones productivas que recolectan y transforman este fruto logrando la generación de ingresos y el bienestar en las comunidades campesinas e indígenas.  Entre las asociaciones que trabajan con CIPCA están la Asociación de Productores Agroforestales de la Región Amazónica de Riberalta (APARAB, Riberalta), la Asociación de Recolectores y Procesadores de Frutas Amazónicas y Exóticas (ARPFAE, comunidad Santa María, Riberalta), la Asociación de Productores y Recolectores de Frutos Amazónicos Petronila Pando (ARPFAPP, comunidad Petronila, Pando), y la Asociación de Productores y Recolectores de Frutos Amazónicos Trinchera (ARPFAT, Pando).

Tomando en cuenta las preocupaciones expresadas se realizaron análisis de literatura sobre la temática, y se solicitó información complementaria de expertos y expertas para analizar los verdaderos riesgos para la salud, e identificar posibilidades para su mitigación. Luego de facilitar esta información al Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), mediante la presente nota facilitamos la información técnica rescatada a la población en general.

Según el médico Germán Monasterio la forma clásica de contagio del mal de Chagas en zonas consideradas endémicas de los valles de Bolivia es de forma vectorial, es decir por medio de un insecto conocido como la Vinchuca, que cuando pica se alimenta de sangre y luego defeca y en sus deposiciones se encuentra el parásito Trypanosoma cruzi, protozoarios que son la causa del mal de Chagas. No obstante, en los últimos años, en varios países sud-americanos se ha observado un incremento de brotes de enfermedad de Chagas aguda por otra forma de transmisión: a través de la ingestión de los tripanosomas presentes en refrescos como el jugo de caña y la leche de asaí. En respuesta a este riesgo a inicios del 2018 el Programa Nacional de Chagas del Ministerio de Salud de Bolivia promovió la socialización de esta problemática en la Amazonía boliviana, la instancia estatal proseguirá con la capacitación al personal de salud y con el equipamiento correspondiente a los laboratorios de los hospitales y centros de salud con los reactivos y materiales para realizar la pruebas diagnósticas, esto con el fin de hacer la detección precoz que se constituye en el gran desafío ya que establecer el diagnóstico y el tratamiento temprano garantizará el éxito terapéutico y la eliminación de la enfermedad en más de un 95%.

Por otra parte, Daniel Larrea, Doctor en Ecología Tropical y miembro de la Asociación Boliviana para la Investigación y Conservación de Ecosistemas Andino-Amazónicos (ACEAA), advierte que en realidad en la Amazonía boliviana aún no se han registrado casos de brotes de mal de Chagas por el consumo de frutos o jugos de asaí. Aunque reconoce que existe cierto riesgo, argumenta que hay que tomar en cuenta que el asaí boliviano proviene de una especie de palmera distinta de la del Brasil donde sí se han reportado casos. Se trata de un fruto que más bien es muy bueno para la salud considerando su alto contenido de antioxidantes. Entonces sería muy lamentable que estas noticias afecten negativamente el potencial de este producto.

Pamela Durán, Docente de la Cátedra de Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y miembro de la Sociedad Boliviana de Entomólogos, confirma el criterio de Daniel Larrea. La profesional fue parte de un equipo de investigadores que confirmó un brote de transmisión que fue relacionado al consumo de leche de majo en una comunidad cerca de Guayaramerín, en el norte del departamento del Beni. Durán reconoce que la transmisión a través del asaí es probable, pues ya se evidenció este hecho en el Brasil, sin embargo considera muy desfavorable que se esté generando una alarma exagerada frente a los consumidores, que perjudica a los productores. Sostiene que se puede evitar la transmisión con educación y buenas prácticas de producción de estos frutos. Según ella es necesario generar estrategias de vigilancia epidemiológica que deben ser liderizadas por el Ministerio de Salud, en coordinación con centros de investigación especializados.

Es lamentable que más allá de los riesgos para la salud, que se pueden controlar, existan rumores que puedan generar efectos negativos en los consumidores e incluso las iniciativas emergentes de producción de asaí. En los últimos años una creciente cantidad de comunidades campesinas e indígenas se han organizado en asociaciones productivas que realizan la transformación y comercialización de estos frutos amazónicos. Estas iniciativas permiten generar importantes ingresos para las comunidades, dando un uso sostenible a las riquezas naturales de los bosques amazónicos. Muchas de estas organizaciones ya aplican buenas prácticas de transformación que permiten reducir drásticamente los riesgos de contaminación con los Tripanosomas. Para evitar mayores susceptibilidades, como CIPCA incluso se ha enviado una carta a SENASAG resumiendo las informaciones técnica-científicas disponibles sobre esta problemática y proponiendo que el SENASAG puede sacar algún comunicado para tranquilizar la población a tiempo de desarrollar protocolos de buenas prácticas que permiten minimizar los riesgos para la salud.

Misael Campos, de la Asociación de Recolectores, Productores y Transformadores de Frutas Amazónicas (ARPTFAT) confirma que en su planta de procesamiento desarrollada con apoyo de CIPCA y el programa ACCESOS del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierra, efectivamente cuidan mucho la inocuidad de sus productos. En los últimos años han hecho diversas mejoras a la infraestructura y los equipos de su pequeña planta transformadora de asaí, ubicada en la comunidad Trinchera en Pando, siguiendo las normas de SENASAG. Además, trabajan con todas las normas de higiene y seguridad; usan ropa e indumentaria especial para el manejo de alimentos, hacen de manera cuidadosa e higiénica la selección y el lavado de los frutos de asaí para evitar la contaminación con microorganismos. Campos indica que su organización evita la contaminación con un cuidado especial desde la recolección. Por ejemplo, evitan golpear los racimos para sacar las frutas como se suele hacer en Brasil, ya que esta actividad puede dañar las cáscaras de las frutas, que forman su protección natural contra la contaminación. Además, indica que durante la transformación el asaí es sometido a un calentamiento que según estudios brasileños elimina los Tripanosomas y por ende el riesgo del Mal de Chagas. Actualmente están analizando adicionales prácticas como la aplicación de choques térmicos para garantizar aún más la salud de sus consumidores.

Foto: Elaboración de la pulpa de asaí en la planta de transformación.

(*) Vincent Vos es técnico especialista del CIPCA.

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