Autor: Giovana Montoya Céspedes
Fecha: 09/04/2021
Asumir una carrera política y ejercer los derechos ciudadanos y políticos por las mujeres, junto a la búsqueda de relaciones más igualitarias, la puesta en práctica de los principios de equidad de género, paridad, alternancia e igualdad de condiciones en espacios ocupados por una mayoría masculina; históricamente no fue, ni es tarea fácil.
Las pasadas elecciones sub nacionales, nuevamente han visualizado y desentrañado acciones y prácticas de discriminación de género, mujeres dispuestas a participar en los comicios electorales con una sigla diferente al partido hegemónico o mujeres electas que han definido ser parte de procesos de formación que les permite cualificar el ejercicio de sus roles, han sido desconocidas y cuestionadas por sus organizaciones locales; aduciendo traición y vulneración de los principios comunitarios y de usos y costumbres. Estas acciones, marcan y demuestran una profunda reproducción de estereotipos, lenguajes, símbolos y discursos de raíces patriarcales que no hacen otra cosa que reproducir construcciones culturales que desvalorizan y descalifican procesos democráticos, interculturales y de generación de propuestas de mujeres con diversidad de pensamiento.
Además, estas mujeres valientes deciden cuestionar el orden “normal” establecido por los liderazgos machistas. Las manifestaciones femeninas, reflexionan y denuncian la permanente intromisión e influencia de estos últimos en los procedimientos y normas propias de las organizaciones campesinas e indígenas, generando en su interior fricciones entre comunidades, líderes y personas; resurgiendo con ello, prejuicios y expresiones de superioridad e inferioridad y desvirtuando las decisiones orgánicas que son producto de las prácticas democráticas comunitarias.
Estas reflexiones y denuncias, son una interpelación a los procedimientos y formas de actuar y decidir de la sociedad, sus líderes y autoridades. Asimismo, tienen como fin evidenciar que los pensamientos y prácticas que vulneran los derechos de las mujeres, deben ser abordados desde la cotidianeidad y en diálogo transparente y plural.
Por una Bolivia democrática, equitativa e intercultural.