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Artículos de opinión

Hombres de carnaval

Hombres de carnaval

Carnaval en Tupiza - Foto Augusto Yañez

Autor: J. Augusto Yañez Vargas Sociólogo investigador
Fecha: 05/03/2025

El carnaval del valle chicheño comienza con una reunión realizada en los denominados mojones donde emerge una pareja de personajes denominados “carnaval” o tata y mama-pujllay de los cuales la segunda es representada por un hombre vestido de mujer, es decir travestido. Estos llevan consigo muestras de la fertilidad y productividad de la región (choclos, frutas, hortalizas y verduras, características de la época), así como de los aspectos identitarios centrados en la caja y el erke, todo ello muy vinculado a los ciclos agrícolas y del tiempo húmedo del calendario anual del que no se puede desligar lo ritualístico cultural y que emerge en profunda correlación. Con este sugerente símbolo carnavalero se genera una contradicción con el estereotipo del “macho” chicheño, otro icono de la identidad regional, ya que se transgrede y rompe los cánones de la masculinidad tradicional con la cercanía hacia lo femenino y la homosexualidad, que es repetida durante los corsos de compadres, así como la del sábado y domingo de carnaval, cuando un importante número de hombres se visten “como mujeres” principalmente en la denominada murga.
Siguiendo un recorrido espacial en territorio boliviano es sugerente identificar otros personajes del folklore y el carnaval. Así encontramos, en la parte andina, al ch’uta que proviene de las comunidades altiplánicas y es destacado y validado socialmente como “el cholero” quien festeja acompañado, por lo general, de dos mujeres, una en cada brazo, expresión que encierra cargas machistas-clasistas en relación hacia la mujer de pollera. Igualmente aparece el pepino quien es enaltecido por la relación falocéntrica del mismo, el cual maneja un objeto denominado “chorizo” que genera más de una interpretación. Este pepino, en los últimos tiempos participa en la entrada paceña de pepinos o Pepineada, donde el uso excesivo de la violencia llama la atención, mucho más, cuando la misma es dirigida hacia mujeres asistentes a dicho evento, donde la cualidad de expresión cultural queda en cuestión y se hace necesario su replanteamiento, porque parece más una forma de violencia encubierta.

En el mismo derrotero podríamos considerar al caporal, que nos remite a la tesis desarrollada por el Sociólogo Mauricio Sánchez Patzy bajo el título de “País de caporales”, donde ingresamos a discurrir elementos como el poder y el androcentrismo en canciones que en su letra dicen, por ejemplo: “toda la gente me está mirando, porque soy caporal”. Así vemos las relaciones patriarcales vinculadas a los patrones de antaño, que todavía se practican actualmente en otras formas mediante mecanismos más sutiles pero que continúan reproduciendo estas lógicas de dominio hacia los propios hombres y otros grupos poblacionales, fundamentando supremacías emblemáticas y cotidianas. Esta danza, además, lleva consigo cierto status y en algunos lugares responde a un rito de iniciación y validación social entre pares, donde los políticos también participan con sus mejores galas de patriarcas ortodoxos. Paralelamente está la cosificación de las mujeres que participan de esta danza como una máxima expresión de la “feminidad” tradicional, exceptuando tal vez a las protagonistas del “macho caporal” que encierra otros significados.
Así, mediante un breve paseo por personajes que emergen en carnaval, como pretexto, vamos identificando elementos planteados desde las masculinidades, o la masculinidad tradicional cargada de sexismo, en medio de contradicciones todavía pendientes en los debates de la identidad de género dentro de los cuales los hombres hemos quedado rezagados. Queda como tarea continuar identificando otros personajes del folk - lore nacional que mediante la tradición y la costumbre mantienen la estructura patriarcal con prácticas machistas o más aun con micromachismos que, en más de un caso, pasan por ser simples bromas y disuelven la carga sexista o misógina en medio de las risas y carcajadas. La riqueza cultural boliviana es amplia y diversa, pero es prudente cuestionar algunas manifestaciones mediante la introducción del sentido crítico a las relaciones que establecemos entre mujeres y hombres para comenzar los procesos de deconstrucción social en el marco de las masculinidades. La cultura es uno de los elementos más importantes en los que debemos trabajar para modificar la matriz social y comenzar a estructurar sociedades con mayor equidad e igualdad, las cuales se sumen a las dinámicas culturales que son cambiantes en el tiempo y también aportarán a la larga y compleja lucha contra el machismo y la violencia contra las mujeres, muchas veces con el amparo de la cultura como violencia encubierta, simbólica y estructural, principalmente.

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