
Autor: Cecilia Peñaranda del Carpio - Socióloga Unidad de Acción Política (UAP)
Fecha: 05/08/2025
Imágenes: De la crónica de Guamán Poma de Ayala
De derecha a izquierda
1. “Los dos mineros envían a jueces a que roben a los caciques principales y a los pobres en su pueblo”.
2. “El corregidor discute con un encomendero sobre quien ha de llevar más dinero”.
3. “Mineros. El indio capitán alquila a otro indio para que el indio enfermo azogado no se acabe de morir”.
A dos siglos de la fundación de nuestro país, nos encontramos ante la perpetuación de un modelo económico instaurado desde la colonia. Celebramos nuestra independencia político administrativa por doscientos años, sin embargo, la reproducción de nuestra historia económica no sufre modificaciones. Nuestro bicentenario está marcado por una crisis que plantea la pregunta ¿podemos hablar de independencia real cuando seguimos sometidos a la misma lógica extractiva que se implantó hace 500 años? Esta fecha nos permite mirar atrás y recordar, recordar para no olvidar y recordar para cuestionar el modelo que, desde la colonia hasta el presente, ha definido nuestro lugar en el mundo: la extracción de recursos naturales como eje de supervivencia.
Hace tan solo 40 años, 40 años y un poco más, Bolivia atravesaba su última gran crisis económica. De acuerdo a Morales (1990) la tasa de inflación, entre agosto de 1984 y 1985, llegó a un 20,560%, lo que provocó un aumento del desempleo en un 20%. Para muchas generaciones, aquel colapso es un relato lejano, pues no hemos vivido ninguna crisis significativa desde que nacimos. La actual crisis, agudizada por la caída de la exportación del gas, altos niveles de corrupción y mala planificación revelan que el fantasma del extractivismo nunca se fue.
La independencia de 1825 no rompió con las cadenas económicas coloniales, así como tampoco lo hizo el Estado Plurinacional. La relación entre la naturaleza y el ser humano está marcada por la lógica del sistema capitalista, que prioriza la maximización económica. Esta dinámica impulsa una incesante búsqueda de nuevas fuentes de riqueza, de nuevos territorios y población a ser explotada y dominada. América Latina y Bolivia son resultado de la expansión capitalista y colonial. Nuestro país heredó y perpetuó un sistema basado en la explotación de la naturaleza y la exclusión social. Como señala Acosta (2011), el extractivismo es "una modalidad de acumulación que empieza a fraguarse masivamente hace 500 años" (p. 85). Plata, goma, estaño, gas y ahora litio son eslabones de una misma cadena que hoy, en el bicentenario, nos plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo romper con esta matriz colonial que, bajo nuevos discursos, sigue reduciendo nuestra tierra a un botín y a nuestra gente a mano de obra barata?
Sin duda alguna, algo que no se menciona constantemente y no está instaurado en el imaginario de los bolivianos, es el papel que jugó la plata del Cerro Rico de Potosí en el desenvolvimiento del capitalismo actual. La mayoría de nosotros conoce la célebre metáfora de que con la cantidad de plata extraída del cerro se podría haber construido un puente entre Potosí y España. No obstante, su significancia es concreta y determinante en la historia económica del mundo.
El real de a Ocho, fue la primera moneda global, se la acuñó en la década de 1570 y su uso llegó a Europa, Asia, África y, por supuesto, América. De acuerdo a un artículo de la BBC para el siglo XVIII el “peso” representó el 50% de todo el dinero en circulación en el mundo. Durante el auge de Potosí, en el siglo XVII, 160.000 indígenas, esclavos africanos y colonos españoles vivían en la urbe, la cuarta ciudad más grande del mundo en ese momento. La colonia, Potosí y la extracción de plata fue el inicio de la economía global moderna, con lo cual Bolivia y América Latina sellaron su destino extractivista: El Cerro Rico de Potosí no es solo un símbolo del pasado colonial, es el cimiento del capitalismo global.
Sgh, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
La independencia no alteró esta lógica. Durante el periodo republicano, Bolivia continuó con la explotación de la plata, pero también experimentó la extracción de la goma en el Oriente y en los Andes la extracción del estaño. De acuerdo a Orsag (2017), el auge de la goma de finales del siglo XIX y principios del XX provocó un cambio profundo en la Amazonia continental, ya que a partir de este momento la región se incorporaría a la economía mundo, así como en Potosí, este proceso tuvo consecuencias sociales y humanas. Las poblaciones indígenas que no fueron reducidas por misiones, quedaron expuestas ante el avance de la extracción de goma convirtiéndose, en última instancia, en esclavos de las estancias gomeras. Otra consecuencia significativa de la siringa, como desarrolla Soruco (2008), fue que sentó las bases del modelo agropecuario del oriente, conocido hoy por la producción de oleaginosas y carne.
Dos fotos de un almacén de goma en Cachuela Esperanza, en el norte amazónico de Bolivia
J. Ricardo Alarcón, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
La explotación del estaño en Llallagua, Potosí, también tuvo un impacto mundial. Una de las características fundamentales de los barones del estaño fue su búsqueda de transnacionalización, así los intereses privados no permitieron un desarrollo nacional importante, ni el mejoramiento de las condiciones de vida de la población (Enriquez, 2001). La revolución del 52 es un episodio histórico que buscaba la transformación de este modelo de saqueo, con la apertura de la COMIBOL. Sin embargo, el proyecto fracasa debido, entre otras, al agotamiento del mineral, elevados costos de producción, disminución de la demanda y el precio. Lo que demostraba que el problema no era solo la propiedad, sino el modelo mismo.
El siglo XXI instauró una nueva promesa de transformación mediante la nacionalización de los hidrocarburos en 2006. Después de la guerra del gas, se generaron condiciones para que el Estado boliviano tome una posición diferente. Entre 2006 y 2014, el país vivió una bonanza inédita. Este periodo generó políticas de redistribución de recursos, es así que, la pobreza extrema se redujo, de acuerdo al INE, en más de la mitad, de 38.2% en 2005 a 15.2% en 2018. No obstante, el panorama comenzó a languidecer a partir del 2015, cuando se evidenció un declive de las exportaciones de gas natural. Las reservas disminuían, pero, por otra parte, la importación de diésel y gasolina creció considerablemente, por lo menos tres veces más (Fundación Solón, 2023). Sí, mejores regalías, pero también una deficiente administración, dependencia a mercados externos y carente diversificación.
El nuevo ciclo de extractivismo se ancló en el gas, pero también en el sector agropecuario. La mirada hacia el oriente fue impulsada antes de la revolución del 52, con el plan Bohan. Desde ese momento, los diferentes gobiernos, con ayuda de agencias internacionales, invirtieron recursos estatales para incentivar al nuevo sector extractivista del país. La soya y la carne se erigieron como nuevos potentados exportadores durante el gobierno del MAS, quienes generaron las condiciones de negociación para aperturar nuevos mercados. Como resultado, tenemos un sector ganadero y agroindustrial que desabastece y encarece alimentos que, como mínimo, deberían estar garantizados para el consumo interno. El modelo económico cruceño se establece como uno de los pilares de crecimiento económico en el país. Un modelo que se caracteriza por el deterioro ambiental, deforestando y quemando millones de hectáreas cada año, degradando suelos, contaminando fuentes de agua y alterando ciclos climáticos.
Hoy, el litio se promociona como la "salvación", como el recurso capaz de sacarnos de esta naciente, pero preocupante crisis. Esta mirada, a grandes rasgos, de un pasado reiterativo, sugiere un deja bu: extracción sin industrialización, contratos desventajosos, impactos sociales, destrucción de ecosistemas y medios de vida. No obstante, voces se elevan para resistir y para proponer alternativas.
Desde los territorios surgen propuestas alternas y disidentes, como las planteadas por diversas organizaciones sociales, pueblos indígenas y originarios, colectivos urbanos y autoridades locales en el Foro Nacional “Desde el territorio con voz propia", impulsado por CIPCA. Este documento contiene planteamientos clave para hacer frente al extractivismo y sugerir alternativas viables. Se exige la protección de los territorios indígenas y los bienes comunes frente al avance del agronegocio, los monocultivos, los transgénicos y los agroquímicos, así como la implementación de una gobernanza ambiental participativa que integre saberes ancestrales y científicos. También se propone políticas públicas para prevenir incendios, conservar cuencas hídricas y adaptarse al cambio climático. Por otra parte, en lo económico y productivo, el pronunciamiento promueve la agroecología y la soberanía alimentaria como alternativas al modelo extractivista, demandando apoyo a sistemas basados en semillas nativas, circuitos cortos de comercialización y agricultura familiar campesina. Estas propuestas buscan hacer frente a la lógica extractivista, tienen el insumo para construir un modelo sostenible, intercultural y descentralizado, centrado en la defensa de la vida y los territorios.
Bolivia llega a sus 200 años como un país que, pese a discursos de soberanía, no ha logrado emanciparse del extractivismo. La historia económica de Bolivia es un bucle de ciclos extractivos: la plata, goma, estaño, gas, soya, oro y litio repiten el mismo relato: riqueza que se esfuma y heridas que se olvidan. De esta manera la crisis actual, como un eco de 1985, confirma que ni el proceso de independencia, ni la Revolución del 52, ni siquiera el Estado Plurinacional pudieron hacer frente al fantasma colonial que convierte a nuestro subsuelo en botín. Bolivia no ha sido un mero espectador en la historia global: ha sido un actor fundamental en la construcción del capitalismo moderno. Nuestro territorio, una y otra vez, ha servido de soporte material para el desarrollo ajeno.
Esta encrucijada histórica nos plantea una pregunta necesaria: si Bolivia fue indispensable para el surgimiento del sistema económico actual, ¿no podría ser también el lugar desde donde se lo transforme? La respuesta no está en negar nuestro pasado, sino en hacer a partir de lo que nos pasó. El bicentenario no puede ser solo un recordatorio de lo que somos para el mundo, sino un punto de inflexión para decidir lo que queremos ser. Nuestro país tiene que dejar de ser la periferia explotada para convertirse en centro de su propio destino, tiene el derecho y la historia para exigirlo.
Bibliografía:
- Acosta, Alberto. 2011. “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición”. En Más allá del desarrollo, editado por el Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo, 185-211. Ecuador: Abya Yala.
- BBC News Mundo. (2024, 7 de enero). El Cerro de Potosí, la legendaria montaña boliviana de la que surgió la plata que impulsó la globalización hace 500 años. BBC. https://www.bbc.com/mundo/articles/cgl450813p7o
- Enríquez, J. (2001). Capítulo 4-Minería, Minerales y Desarrollo Sustentable en Bolivia. https://www.iied.org/es/g00581
- Forero, Jorge-Enrique. 2023. «Extractivismo: Contexto histórico, Fuentes analíticas Y desafíos Conceptuales». Letras Verdes. Revista Latinoamericana De Estudios Socioambientales, n.º 34 (septiembre):180-200. https://doi.org/10.17141/letrasverdes.34.2023.5940.
- Fundación Solon (2023) Auge y declive de los hidrocarburos. https://fundacionsolon.org/2023/02/23/auge-y-declive-de-los-hidrocarburos/#:~:text=Exportaciones%20que%20bajan%20e%20importaciones%20que%20suben&text=Entre%20los%20a%C3%B1os%202006%20y,de%20las%20importaciones%20de%20hidrocarburos.
- INE (2019) La pobreza en Bolivia se ha reducido. INE https://www.ine.gob.bo/index.php/ine-la-pobreza-en-bolivia-se-ha-reducido/Morales A., Juan Antonio (1990): El ajuste macroeconómico boliviano de 1985 a 1989, Documento de Trabajo, No. 09/90, Universidad Católica Boliviana, Instituto de Investigaciones Socio-Económicas (IISEC), La Paz
- Orsag, José (2017) Civilización y barbarie. Los pueblos no reducidos en el auge de la goma. Bolivia 1880-1912.
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